Queridos hermanos:

Nuevamente, este tiempo de Cuaresma que comenzamos a vivir, nos llama como Iglesia, a recorrer el camino penitencial hacia la Pascua. Es un tiempo de gracia en el cual el Señor nos llama a la conversión,  a adentrarnos en lo profundo de nuestro  corazón y  confrontar serenamente, con Su luz, nuestra vida con el Evangelio.

Este año queremos,  junto con nuestro Papa Francisco, meditar y profundizar la realidad  de la pobreza evangélica, contemplando a Jesús “que se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza”.Queremos entrar en la escuela de Jesús

Cada uno de nosotros hemos experimentado, en nuestra propia vida y en la vida de los que amamos, cómo  Dios ha estado junto a nosotros en las dificultades y como  Buen Samaritano ha salido al encuentro del que sufre.

Al acercarnos en el silencio de nuestra oración, descubrimos que la mayor riqueza que poseemos es el don de la fe. Don que nos permite descubrir ese amor profundo  del Padre que nos revela el sentido más profundo  de nuestras vidas: ser hijos en el Hijo. Así nos lo recuerda el Santo Padre  en su mensaje de cuaresma de este año cuando nos dice: “la riqueza de Jesús es su confianza ilimitada en Dios Padre…Es rico como  es un niñoque se siente  amado por sus padres y los ama, sin dudar ni instante de su amor y de su ternura”.

El camino cuaresmal es una invitación para examinar serenamente nuestra vida y mirar, en este seguimiento de Cristo, si nuestro camino cotidiano  no se ha ido empobreciendo con nuestros pecados y miserias morales y espirituales, al punto de enterrar nuestras riquezas  como lo hizo quien , por temor, comodidad o por no arriesgarlo todo por el Reino,enterró el talento que le había sido confiado.

“Se trata de seguir e imitar a Jesús” y ser pobre de espíritu porque ponemos nuestra confianza y seguridad en Dios y no en el poder o el dinero. “Se trata de seguir e imitar a Jesús, que fue en busca de los pobres y pecadores  como el pastor con la oveja perdida, y lo hizo lleno de amor. Unidos a él, podemos abrir  con valentía nuevos caminos  de evangelización y promoción humana” (Francisco).

Una de las maneras más fuertes de miseria que podemos tener, es la de no saber mirar las miserias de los hermanos con un corazón misericordioso, miseria ya sea material, moral o espiritual;  no viendo en los demás el rostro de Cristo, olvidando que “amando y ayudando a los pobres, amamos y servimos a Cristo”.

Es un tiempo de gracia para mediante la oración, el ayuno y la limosna dejarnos reconciliar por Dios y así con un corazón puro contemplar el rostro del Padre y descubrir Su inmenso amor por cada uno de nosotros

Queridos hermanos, pidamos a nuestra Madre, Nuestra Señora del Rosario de Paraná, que nos acompañe en este peregrinar hasta la Pascua, con un sincero deseo de conversión que nos mueva a preguntarnos  en qué podemos privarnos con el fin de enriquecer a otros  con nuestra pobreza.  “que ella  sostenga nuestro propósitos y fortalezca en nosotros la atención  y la responsabilidad  ante la miseria humana, para  que seamos  misericordiosos y agente de misericordia[u1] [u2] .”

Que Dios nos bendiga y nos conceda a todos una Santa Cuaresma.

 

 

+ Juan Alberto Puiggari

Arzobispo de Paraná


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